La resiliencia se define como la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a situaciones. Los investigadores del siglo XXI entienden la resiliencia como un proceso comunitario y cultural, que responde a tres modelos que lo explican como: un modelo «compensatorio», otro «de protección» y por último uno «de desafío».
Y para una familia cristiana ¿qué significa la resiliencia? Pues para mí, ESPERANZA, saber que nuestra vida, la vida de nuestra familia, es en estos momentos un paso que debemos vivir en el aquí y ahora, unidos al amor de Dios en todas las cosas que nos rodean y circunstancias y que esto no acaba en esto o aquello que estamos viviendo, ya sean días de alegría y felicidad, o pruebas y dificultades. Por encima de lo que nos pase, bueno o malo, estamos juntos y para cada uno de los miembros de la familia Dios tiene su plan pensando en nosotros y nos da la Esperanza y la certezade vivir en plenitud algún día.
¿Por qué os cuento esto? La vida de familia muchas veces no es fácil, evidentemente tiene sus luces y sus sombras, pero si sabemos cuál es nuestro objetivo final, nuestra meta, en todos y cada uno de esos momentos viviremos con alegría de esa resiliencia o esperanza que nos hace adaptarnos de forma positiva a esos contratiempos.
“Yo sé de quién me he fiado”
Una familia cristiana siempre tiene que decir “Yo sé de quién me he fiado”. Nosotros sabemos que nuestra casa, al construirla mediante el Sacramento del Matrimonio, es esa roca firme y manantial de gracia. Las grandes tempestades, como las que nos han venido este invierno, no nos hace temer, sino que nos robustecen aún más y nos hacen tener un contacto más íntimo entre nosotros y con Cristo, espejo donde nos refleja la luz de esperanza y bienestar en nuestra vida.
El amor humano de la familia se demuestra en vivir para el otro
Y por otra parte, qué importante es que entre nosotros, entre los que componemos la familia, también ejercitemos este valor de la resiliencia, ya que con ello aceptamos al otro tal como es, con sus virtudes y sus defectos, con sus momentos buenos y malos, con sus circunstancias alegres y adversas, y vivimos unos por los otros. Ya que el amor humano de la familia se demuestra en vivir para el otro. Y de esta forma, con esta entrega y con esta actitud, recibiremos el Amor Infinito de nuestro Creador.
Y como ejemplo en el que podemos fijarnos para imitar, tenemos a la Virgen María, la presente y ausente en toda la vida de Jesús, pero en todos y cada uno de los momentos de adversidad: ¡resiliencia por un tubo…! “Hágase en mi según tu Palabra” y “Fiat”: estas fueron las palabras que guiaron su vida. María, madre y maestra de resiliencia, acompáñanos en nuestra vida familiar.