Recientemente ha sido restaurada la imagen de Santa Marta, patrona de la localidad sevillana de Los Molares, obra del escultor Francisco Buiza Fernández, que la talló en madera de pino español y ciprés en 1955, siendo por tanto una de sus primeras obras.
Se encuentra presidiendo el retablo mayor de la Parroquia a ella dedicada, iglesia mudéjar que fue profundamente reformada en el siglo XVIII y a mediados del XX, y en la que destaca una interesante imagen de Santa Clara, del siglo XVII, procedente de la parroquia de Santiago de Utrera.
El origen de la devoción a Santa Marta en esta localidad parece remontarse al siglo XIV, si bien está documentado por el investigador Antonio Moreno Curado que ya al menos desde 1470 la Parroquia estaba dedicada a esta Santa que los Evangelios de Lucas y de Juan nos presentan como hermana de Lázaro y María, amigos de Jesús en cuya casa de Betania el Señor se alojaba. Lucas nos describe a esta santa ocupada en el servicio y el trabajo de las tareas domésticas, mientras que en la escena de la resurrección de su hermano Lázaro, el evangelista Juan nos muestra a Marta como seguidora y verdadera discípula que cree verdaderamente que su amigo Jesús es el Hijo de Dios (Jn 11,27).
Francisco Buiza nos presenta a la Santa con rostro juvenil y semblante lleno de dulzura y amabilidad, representando así el imaginero carmonense la actitud de hospitalidad de la santa con Cristo, así como su capacidad de servicio; aparece de pie pisando el dragón, con la pierna derecha adelantada respecto de la izquierda y portando el acetre y el hisopo en sus manos. Abre los brazos en un bello gesto de acogida y va vestida con una túnica de color verde, cubierta por un manto rojo, y con un velo dorado sobre su cabeza, todo ello estofado en oro.
La intervención ha corrido a cargo del conservador y restaurador David Triguero Berjano y básicamente ha consistido en el ajuste y consolidación de ensambles, sellado de grietas y fisuras, fijación de las capas de la policromía, limpieza integral para recuperar el cromatismo original de la pieza, reintegración de las lagunas en la policromía mediante técnicas reversibles y aplicación de protección. Igualmente se ha diseñado un nuevo sistema de sujeción tanto del acetre y el hisopo como de los zarcillos que suele llevar la imagen, para evitar los roces que desgasten la policromía.
El dragón, símbolo del mal y del pecado, que aparece a los pies de la Santa de Betania, así como el resto de sus atributos iconográficos (hisopo y acetre) hacen referencia a una historia que recogerá Jacopo della Voragine en su famosa obra La leyenda dorada donde narra cómo tras la muerte de Jesús, Marta viajará a Marsella para evangelizar la zona y allí será capaz de amansar y domesticar un dragón, habitante de un bosque entre Arlés y Avignon, que tenía atemorizada a toda la población y al que venció al rociarlo con agua bendita. Esta iconografía de la Santa con el dragón será el origen de la tradición de la Tarasca, que aún hoy pervive en varios lugares, como Granada, asociada a la fiesta del Corpus Christi.
Antonio Rodríguez Babío (Delegado diocesano de Patrimonio Cultural)