Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,17-19):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los cielos.»
Comentario
No he venido a abolir, sino a dar plenitud
El espíritu de las leyes, así con minúscula, es el título del libro de Montesquieu que consagró la división de poderes democráticos. Una elaboración intelectual de los hombres para mejor gobernarse evitando atropellos y conductas contrarias a Derecho. Pero hoy hablamos del Espíritu de las leyes. Sólo el Amor puede perfeccionar la imperfecta justicia humana, porque para Dios, todos somos iguales, todos somos sus hijos. El Evangelio de hoy así lo indica: «No he venido a abolir, sino a dar plenitud». Jesús no desbarata el edificio jurídico de la ley mosaica, lo supera. Digamos que, en cierto sentido, lo trasciende y lo hace más habitable, más confortable para nosotros bajo el tejado del Amor y la Misericordia infinitos del Padre como último techo al que nos acogemos. Y ahora cumplid los preceptos y ateneos a lo que dispongan las leyes del mundo, pero sabed que sólo el Amor superará las injusticias que nuestra propia limitación crea en derredor.