Las mujeres llamadas como la prima de la Virgen María pueden elegir celebrar su onomástica – además de su día que es el menos conocido, un 5 de noviembre – según tengan más devoción por Santa Isabel de Portugal o Santa Isabel de Hungría. En realidad hay ocho santas con ese mismo nombre pero estas dos reinas santas son las más conocidas y es común confundirlas pues eran casi coetáneas, de la realeza medieval y además emparentadas porque Santa Isabel de Portugal era sobrina nieta de Santa Isabel de Hungría.
Hoy es la festividad de esta última que quizá sea más conocida por tener mucho arraigo en nuestra tierra.
Y es que nombrarla es recordar el famoso cuadro de Murillo que tenemos la suerte de poder contemplar en la Iglesia de San Jorge del Hospital de la Caridad.
Conozcamos un poco de esta santa y del cuadro.
En 2007 se cumplió el VIII Aniversario de su nacimiento como recordó el Papa Benedicto XVI en una carta especial:
“Isabel, santa «europea», nació en un contexto social de reciente evangelización. Andrés y Gertrudis, padres de esa auténtica joya de la nueva Hungría cristiana, se preocuparon de formarla en la conciencia de su dignidad de hija adoptiva de Dios. Isabel hizo suyo el programa de Jesucristo, Hijo de Dios, que, al hacerse hombre, «se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo» (Flp 2, 7). Gracias a la ayuda de óptimos maestros, siguió las huellas de san Francisco de Asís, proponiéndose como objetivo personal y último configurar su existencia con la de Cristo, único Redentor del hombre.”
No es inusual encontrarse santos en la realeza – Sevilla tiene la suerte de contar como patrón con uno de los mejores reyes santos de la Historia – pero la Casa Real húngara de Árpád a la que perteneció nuestra protagonista es la que reúne mayor número de santos y beatos en la Iglesia Católica. La propia hija de Santa Isabel es la Beata Gertrudis de Altenberg.
Isabel de Turingia, como es conocida por su matrimonio con el Landgrave Luis IV, sintió una fuerte llamada de Dios el mismo día de su boda pues se destocó impulsivamente como ella misma manifestó:
“Porque no permita Dios que yo tenga el valor de ponerme una rica corona de pedrería sobre mi cabeza en la presencia de mi Dios coronado de espinas y enclavado en una cruz por mi amor.”
Preponderó en su caridad la entrega a los pobres, sobre todo a los enfermos y en particular a los leprosos a los que cuidaba con sus propias manos. De ahí que sea la patrona de la asociación nacional de manicuras, además de las enfermeras.
Fue testigo de la llegada y expansión del Franciscanismo y ella es la primera terciaria franciscana alemana.
La muerte de su marido le trajo problemas con el trono pero cuando pudo asegurarlo a su hijo, se retiró de la vida mundana consagrándose al hospital de la ciudad de Marburgo que mandó construir. Allí sigue las estrictas penitencias de su confesor y se suceden diversos milagros atestiguados que sirvieron para canonizarla tan solo cuatro años después de su muerte, ocurrida con tan solo 24 años.
Por eso su culto se extendió por toda Europa y en el caso de nuestro país y ciudad, hay un hecho muy significativo: su hermanastra es la madre de la esposa del rey Alfonso X, Violante de Aragón.
“Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos” fue pintado en 1672 por Murillo como especial encargo de Miguel Mañara – íntimo amigo suyo y compadre pues fue padrino de dos de sus nueve hijos – para que los hermanos de la Santa Caridad la tomaran como referencia en las obras de misericordia y caridad con las que alcanzar la salvación eterna.
Como bien indica el Profesor Valdivieso la escena “está bañada por una luz de tonos dorados que crea una sensación atmosférica que contribuye a difuminar los contornos, pero permite ver todos los detalles de los personajes.”
En 1660 Murillo fundó la Academia Sevilla del Arte de la Pintura, cuarta en antigüedad en el mundo, por delante de la de Madrid (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando) que ha llegado hasta la actualidad, con sede en la Casa de los Pinelo. En 1843 recibió el título de real y adoptó como patrona a nuestra santa en deferencia a la reina Isabel II que celebraba su onomástica por ella.
En su canonización se dio a conocer el gran número de conversos que hubo por su ejemplo. Quizá en nuestro mundo haya muchos pobres descreídos porque haya algunos ricos que afirman tener fe. Y la viven.
Virginia López