El 17 de julio, la Iglesia de Sevilla celebra la memoria de las santas Justa y Rufina, mártires patronas de la ciudad, a las que Murillo representó varias veces.
Alrededor de 1660 realiza la pareja de cuadros que se encuentra en el Meadows Museum de Dallas, que llaman la atención por su belleza. Aparecen representadas de tres cuartos, y Santa Justa vuelve su cara como buscando la mirada de su hermana Santa Rufina, que presenta su rostro de frente mirando al espectador. Murillo pudo inspirarse para las posturas en la pintura que Hernando de Esturmio realiza en 1555 para la Capilla de los Evangelistas de la Catedral.
Sin duda, la representación más famosa de estas santas sea la que realiza para el retablo mayor del Convento de los Capuchinos, hoy en el Museo de Bellas Artes de nuestra ciudad, fechable entre 1665 y 1668. Parece ser que Murillo se basa en las Santas Justa y Rufina que Luis de Vargas pinta en la fachada norte de la Giralda un siglo antes. Aparecen ambas de cuerpo entero, con la palma del martirio y sosteniendo la Giralda entre sus manos, en alusión a la leyenda que cuenta que la torre de la Catedral no se cayó en el terremoto de 1504 debido a que las santas trianeras la sostuvieron; a sus pies, repartidos por el suelo, aparecen los cacharros de cerámica que ellas fabricaban. Las dos hermanas se distinguen por su belleza, más maduras y majestuosas que las de Dallas, una con la mirada al cielo, como intercediendo por los sevillanos en el terremoto, mientras que la otra les mira directamente con gesto tranquilizador. Los tonos utilizados en la obra: verdes, ocres y rojos, acentúan la belleza de la composición. De este cuadro se conserva en Tokio un boceto y un dibujo preparatorio en el Louvre de Paris.
Para la Sala Capitular de la Catedral pintará los dos tondos que aparecen junto a otros seis santos vinculados con la Iglesia de Sevilla. Realizadas entre 1667 y 1668, tienen 64 cm. de diámetro y ambas forman pareja.
Santa Justa viste túnica color verde, manto burdeos y toca transparente y Murillo nos la presenta sujetando un cacharro de barro con ambas manos, mientras que con la derecha sostiene la palma del martirio. Destacan en su rostro su belleza y la mirada amable pero directa al espectador.
Su hermana Santa Rufina lleva una túnica burdeos con manto color mostaza y una toca traslúcida que le rodea el cuello. Murillo compone la figura de manera complementaria y contrapuesta a la de Santa Justa, y al igual que ella, Santa Rufina porta un cántaro de barro, así como la palma. Inclina levemente la cabeza hacia su derecha, gesto que le confiere mayor movimiento. En ambos casos, las figuras se recortan sobre un fondo neutro, que hace que sobresalgan y se destaquen sobremanera.
Antonio Rodríguez Babío (Delegado diocesano de Patrimonio Cultural)