¿Hasta dónde puede un ser humano resistir la persecución religiosa en medio del aparente silencio de Dios?
la Cuaresma y apuntando ya la Semana Santa, este es el núcleo central de una novela que quiero rescatar hoy, por dos razones: porque la pregunta por el aparente silencio divino ante el mal no se ha cerrado ni se cerrará mientras dure la historia, y por el evidente paralelismo de la persecución que sufre el protagonista con la Pasión del Señor, que vamos a conmemorar en breve.
Silencio (1966), del japonés Shusaku ENDO (1923-1996) es una novela histórica sobre los misioneros jesuitas que evangelizaron Japón en tiempos de persecuciones contra la iglesia católica (XVII). Su autor guionista y profesor universitario, escribió al menos otras siete novelas y fue propuesto sin éxito al Premio Nobel. Al publicarse esta primera provocó apasionadas controversias, si bien obtuvo el prestigioso Premio Tanizaki, fue proclamada la mejor novela del año y en poco tiempo había vendido dos millones de ejemplares. Eso sin contar las adaptaciones cinematográficas de Masahiro Shinoda (1971), João Mário Grilo (1996) y la más reciente y popular de Martin Scorsese (2016). O el estreno de una ópera homónina en el Nuevo Teatro Nacional de Tokio (2000), cuyo libreto y música fue escrito por Teizo Matsumura. O, por seguir en esta línea, la Sinfonía núm. 3 Silencio, compuesta en 2002 por el músico escocés James MacMillan.
¿En qué consiste Silencio? Prólogo, cuatro cartas-informe del narrador protagonista (1ª persona) y hasta nueve capítulos con dos apéndices constituyen una novela de no más de doscientas páginas que en absoluto deja indiferente. Conviviendo con el narrador omnisciente, se impone la óptica del narrador protagonista cuyo mundo interior y sentimientos presiden todo en un texto relativamente breve, ágil, dialogado… pero con una carga de profundidad ideológica notable, donde campean la presencia del mal en el mundo y el aparente silencio divino, por un lado, y el cuestionamiento de la labor evangelizadora cristiana, por otro. No menos importante, un tercer núcleo dramático: ¿los sacerdotes deberían ceder al chantaje de los samuráis perseguidores y apostatar para evitar el dolor a los campesinos cristianos? ¿Se puede apostatar y seguir siendo sacerdote?
Por cierto que desde una óptica creyente, las figuras de los campesinos japoneses son impresionantes. Oprimidos y miserables hasta lo indecible, ¡cuánto amor a Dios, cuánta hambre de sacramentos, cuánto anhelo de recibir pastores, qué ausencia de odio o resentimiento a sus perseguidores! Entregan su vida con una sencillez y humildad que produce auténtica emoción; su fe es robusta e inconmovible. No así los jesuitas portugueses, progresivamente minados por las dudas y un tormento interior que no parece acorde con la fe del XVII, sino más afín a un Unamuno, o incluso a nuestro mundo postmoderno para el que lo único que parece merecer la pena es la vida de aquí abajo.
El paralelismo con la pasión de Cristo que vivencia el protagonista es el eje interno de una novela que progresivamente va agarrando al lector. Traicionado por un Judas, reviviendo la bíblica entrada en Jerusalén 
sentado en un borrico, o la vía dolorosa con la cruz a cuestas, rendido ante el aparente silencio divino, se pregunta una y otra vez: ¿sería capaz de sonreír y perdonar como Cristo en la cruz?
Novela de tesis que, no obstante, cuida la escritura. Es notable la belleza de las descripciones de la naturaleza: una naturaleza que progresivamente se va oscureciendo a la par que lo hace el alma del protagonista. Aun así frases como “Yo he venido al mundo para que vosotros me piséis; he cargado con la cruz para compartir vuestro dolor” (p. 175). O “El cristianismo y la Iglesia son realidades que trascienden todo país y lugar. De no ser así ¿qué sentido tendría nuestra labor misionera?” (p. 157) abren un rayo de esperanza que denota el cristianismo de su autor, Shusaku Endo, tan minoritario en el Japón.
María Caballero
Shusaku ENDO. Silencio. Barcelona, Edhasa, 1988 (e. o. 1966) . ISBN: 9788435064118
