El 18 de febrero de 1943, Sophie Scholl, una joven de Munich, y su hermano Hans fueron detenidos por lanzar varios cientos de hojas mecanografiadas de propaganda antinazi en la Universidad. Junto a otros amigos, la mayoría cristianos como ellos dos, habían formado un grupo de resistencia pacífica al régimen nazi al que bautizaron como La Rosa Blanca. Lo que ocurrió después es bien conocido en el país germano y no tanto en el resto de Europa.
La heroica historia de Sophie fue llevada al cine en dos ocasiones el mismo año de 1982. Más de dos décadas después, en 2005, el director Marc Rothemund decidió volver a relatar la crónica de los últimos días de estos jóvenes cultos, generosos y valientes, que por razones de conciencia decidieron arriesgar sus vidas para denunciar la maldad de Hitler y la perversidad del nazismo. Rothemund (Oso de Plata en Berlín) y su guionista, Fred Breinersdorfer, pudieron disponer de una mejor y más abundante documentación que los cineastas de 1982, y esto se nota especialmente en la precisa recreación de los interrogatorios y de las sesiones del juicio.
El guion plantea en varios momentos un paralelismo entre el juicio a Sophie y el proceso a Jesús de Nazaret, incluido el elocuente lavatorio de manos de un oficial que nos recuerda el de Pilatos. Los interrogatorios son apasionantes y modélicos respecto a la actitud de sensatez humana y de confianza en Dios que muestra Sophie. La interpretación de Julia Jentsch encarnando a la joven es extraordinaria. Imposible no sentirse cautivado por la naturalidad y la poderosa fuerza de convicción de una actriz que ganó el Oso de Plata en Berlín, el Premio el Cine Europeo y el Premio del Cine Alemán.
¿Qué lección podría aprender un joven o una joven de hoy de aquellos que fundaron La Rosa Blanca? Anneliese Knoop-Graf, testigo de excepción de los hechos (pasó medio año en la misma celda que Sophie), lo explica así: “Mostraron que en todo momento hay personas que, con los medios a su alcance, están dispuestas a luchar contra el Mal, por decirlo en términos teológicos, aun a costa de ponerse en peligro, de fracasar o incluso de perder sus vidas. La Rosa Blanca nos ha legado el testimonio de que en todas las épocas ha habido personas con la suficiente valentía de alzarse en pie. Esto es lo duradero de su mensaje”.
Nominada al Oscar en la edición de 2005 en la categoría de película de habla no inglesa, “Sophie Scholl: Los últimos días” es una cinta necesaria, que queda grabada en la memoria, en el corazón y en la conciencia.
Juan Jesús de Cózar