De la mano del director J.J. Abrams se pone fin, de manera épica, a la saga iniciada hace 42 años por George Lucas. El resultado no ha podido ser más satisfactorio, porque en “Star Wars: El ascenso de Skywalker” se resolverán todos los conflictos que se han generado en esta última trilogía, e incluso algunos de las dos primeras.
El filme recupera el espíritu aventurero de las anteriores entregas y nos permite ver por fin juntos a los tres protagonistas, que deberán completar una misión trascendental para la galaxia. También se rescatan antiguos personajes de la saga, tanto héroes como villanos, para regocijo de los fans más nostálgicos.
La actriz británica Daisy Ridley vuelve a interpretar a Rey, la protagonista absoluta de la nueva trilogía. Y lo hace con la desenvoltura y la seguridad que exigen este tipo de líderes cinematográficos, demostrando con su frescura y naturalidad que es una de las actrices actuales más prometedoras.
El que indudablemente es un actor ya consolidado es Adam Driver. Su pasmosa facilidad para alternar proyectos más independientes con otros considerados blockbusters (de gran presupuesto), sin perder calidad interpretativa, lo convierten en uno de los mejores (si no el mejor) de su generación. Driver vuelve a dar vida a Kylo Ren, uno de los villanos más interesantes que ha dado el cine de la última década. Un personaje en constante conflicto, que no sabe qué camino tomar: si seguir los pasos de los Skywalker o entregar todo su poder a los Sith.
Y es que, a fin de cuentas, toda la saga “Star Wars” está construida sobre la base de la batalla más antigua de todas: la eterna lucha entre el Bien y el Mal, entre la luz y la oscuridad. Una trama que constantemente nos recuerda lo fácil y tentador que es deslizarse hacia el ‘lado oscuro’ a causa del miedo, la ira, el odio y el sufrimiento no comprendido. Y que las armas para vencer en esa pelea interior son hacer el bien, no rendirse nunca, y contar con la ayuda de los seres queridos.
El compañerismo y el trabajo en comunidad son temas importantes en la película, así como el de la familia: una familia que puede abarcar no solo a los de tu propia de sangre, sino también a aquellos amigos y maestros que siempre están junto a ti, en los buenos y malos momentos. Película pues totalmente recomendable para ver en pantalla grande, con palomitas y en familia.
Juan Carlos Deán Del Junco