Cuaresma. Tercer Domingo. Ciclo A.
Dios tiene sed de nosotros. Igual que Cristo le pide a la samaritana agua porque tiene sed, nos está pidiendo que nos entreguemos a Él, a su causa, para que dialoguemos con Él mediante la oración y descubramos en ese diálogo, como la samaritana, qué debemos rechazar y qué actitudes y acciones hemos de realizar en una sociedad totalmente absorbida por el materialismo.
La samaritana, al conocer a Jesús y tras descubrirle su vida, no adquiere una actitud pasiva, sino que lo que le ha sorprendido de Él y de su doctrina va a comunicarlo a sus paisanos. Estos, también sorprendidos por lo que les cuenta, y aun siendo un pueblo totalmente opuesto y distinto al judío, aparecen a conocerlo y a conocer su doctrina. Así “muchos creyeron en Él”, invitándolo a que se quedara con ellos.
Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium
El mensaje del Evangelio de este tercer domingo conecta perfectamente con lo que el Papa Francisco comunica en el nº 28 de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium:
“La parroquia … si es capaz de reformarse y adaptarse continuamente, seguirá siendo «la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas». Esto supone que realmente esté en contacto con los hogares y con la vida del pueblo, y no se convierta en una prolija estructura separada de la gente o en un grupo de selectos que se miran a sí mismos. La parroquia es presencia eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y la celebración. A través de todas sus actividades, la parroquia alienta y forma a sus miembros para que sean agentes de evangelización. Es comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero”.
La petición de Jesús a la samaritana, “Dame de beber”, dirige rápidamente nuestra mente al momento en el que Jesús pende agonizante en la cruz. “Tengo sed” serán entonces sus palabras, recogidas también por san Juan. En ambos momentos Jesús se presenta mendigando agua ante el hombre. Uno y otro están íntimamente relacionados: ¿Doy de beber a Cristo en aquella persona que tiene sed o, en cambio, soy, al menos en parte, causa de su sed?
Una riqueza para compartir, no para acumular sólo para sí mismo
“Poner el Misterio pascual en el centro de la vida significa sentir compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en las numerosas víctimas inocentes de las guerras, de los abusos contra la vida tanto del no nacido como del anciano, de las múltiples formas de violencia, de los desastres medioambientales, de la distribución injusta de los bienes de la tierra, de la trata de personas en todas sus formas y de la sed desenfrenada de ganancias, que es una forma de idolatría.
Hoy sigue siendo importante recordar a los hombres y mujeres de buena voluntad que deben compartir sus bienes con los más necesitados mediante la limosna, como forma de participación personal en la construcción de un mundo más justo.
Compartir con caridad hace al hombre más humano, mientras que acumular conlleva el riesgo de que se embrutezca, ya que se cierra en su propio egoísmo. Podemos y debemos ir incluso más allá, considerando las dimensiones estructurales de la economía”.
(Papa Francisco. Mensaje de Cuaresma 2020)
San Agustín nos dice:
Fíjate en quién era aquel que le pedía de beber: Jesús le contestó: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva”. Le pedía de beber, y fue él mismo quien prometió darle el agua. Se presenta como quien tiene indigencia, como quien espera algo, y le promete abundancia, como quien está dispuesto a dar hasta la saciedad.
De manera que le estaba ofreciendo un manjar apetitoso y la saciedad del Espíritu Santo, pero ella no lo acababa de entender; y como no lo entendía, ¿qué respondió? La mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Por una parte, su indigencia la forzaba al trabajo, pero, por otra, su debilidad rehuía el trabajo. Ojala hubiera podido escuchar: Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Esto era precisamente lo que Jesús quería darle a entender, para que no se sintiera ya agobiada; pero la mujer aún no lo entendía. (San Agustín. Tratado sobre el Evangelio de San Juan 15, 11)
Testimonio de fe, testimonio de vida:
El carácter secular de las Hijas de la Caridad, sociedad de vida apostólica, fundadas por San Vicente de Paúl, queda gráficamente expresado en su fórmula:
“Vuestro monasterio es la casa de los enfermos, vuestra celda es vuestro cuarto de alquiler, tenéis como capilla la Iglesia Parroquial, vuestro claustro son las calles de la ciudad. Por reja tenéis el temor de Dios. Y por velo lleváis la santa modestia”.