Fernando Martín nació en Jerez de la Frontera. Es graduado en Derecho y seminarista de segundo curso.
Fernando es un chico entusiasta que vive “intensamente” todo lo que le ocurre. Y su vida en el Seminario no iba a ser menos.
Apenas está en segundo curso, pero confiesa sentirse como en casa y destaca el buen ambiente que reina entre sus compañeros: “Valoro muy positivamente la pluralidad de carismas que hay; cada uno viene de una realidad eclesial diferente y eso enriquece mucho. Incluso tenemos la suerte de contar con compañeros seminaristas de otros países, que evidencia la universalidad de la Iglesia”.
Hace ya ochos años que Fernando sintió que Dios le llamaba para el sacerdocio, “una opción radical”, asegura, porque “vivimos un momento en el que el compromiso y la renuncia dan pavor”.
Con respecto a su vocación, explica que “todo el mundo espera que Dios le hable de forma espectacular”, pero reconoce que en su caso no fue así, sino fruto de un proceso de discernimiento, oración y acompañamiento espiritual.
Si bien, el Señor le ha regalado en este tiempo algunos momentos de gran claridad que confirman esta vocación: “Recuerdo estar en la Misa de inicio de curso de mi parroquia y, en el momento de la consagración, sentir cómo Dios me iluminaba y que todas las piezas del puzle cobraran al fin sentido”.
Este graduado en Derecho, que actualmente participa activamente con la Pastoral Vocacional de la Archidiócesis hispalense, sabe que “nada mueve más que el testimonio coherente de una persona vocacionada”, por eso procura actuar siempre conforme a su fe y su vocación, atendiendo con esmero a la formación integral que ofrece el Seminario, “no sólo formativa y teológica, sino principalmente humana”.
Finalmente, con el tono optimista que lo caracteriza, Fernando pide a Dios que “me conserve la pasión y la ilusión por los demás, por la Iglesia y por Él mismo”. Y a aquellos jóvenes que estén planteándose su vocación al sacerdocio, Fernando les anima a “dar el salto, porque, aunque la oscuridad la oculte, en el fondo siempre está la red de Dios porque nos salva”.