Hong Li Sun nació en Shandong (China), es religiosa del Santo Ángel de la Guarda. Ha sido catequista de adultos chinos en Sevilla. Actualmente está destinada en Vietnam.
¿Cómo llega una china, en cuyo país el catolicismo es profesado por apenas el 1 % de la población, y sin ningún pariente católico, a ser religiosa?
La historia vocacional de Hong Li comienza a los 13 años, cuando Dios le hace un favor a su madre curándola de una enfermedad. “Entonces comprendí que Dios existe y que me llamaba”.
Poco a poco se fue acercando a la Iglesia hasta que a los 20 años un amigo sacerdote le presentó a las Hermanas del Santo Ángel. “Me cautivó su alegría, su cercanía y su sencillez. Y, sobre todo, hacerme ángel visible para el hermano”. Así que inició un proceso de discernimiento de la mano de una religiosa filipina que la acompañaba a través de cartas y visitas anuales.
En un principio, confiesa, su familia no comprendía esta vocación y “mis amigos decían que estaba loca” –recuerda riéndose-, pero finalmente la aceptaron “porque ven lo feliz que soy”. Sin embargo, también asegura que esta falta de apoyo familiar le generaba ciertas dudas y suponía una dificultaba en su vocación, un hecho que superó con “la oración y la ayuda de las hermanas”.
En Sevilla vio nacer la comunidad china católica y fue catequista de dos catecúmenos
Una vez ingresó en la congregación fue destinada a Filipinas y de allí a Japón, donde colaboró con la Pastoral Penitenciaria. Más tarde (2015) voló a la Archidiócesis hispalense, donde continuó su formación y vio nacer la comunidad católica china. “Conocí al sacerdote diocesano Joaquín Castellón –al que asegura estar muy agradecida-, que habla chino, y propusimos celebrar la Eucaristía en mi idioma. Desde entonces, que sólo había dos familias, la comunidad se ha ampliado superando el medio centenar de personas”, explica emocionada.
Asimismo, durante su etapa en Sevilla fue catequista de dos adultos chinos que querían bautizarse. Al respecto, cuenta que fue una experiencia gratificante “en la cual no sólo les enseñaba el Credo, sino que les mostraba la experiencia de Dios en mi vida”.
Actualmente, Hong Li está destinada en Vietnam un país “donde puedo ser ángel visible para los pequeños, los enfermos, jóvenes y ancianos”. Donde la misión no consiste sólo en “hacer cosas”, sino que lo importante “es nuestra presencia entre la gente”.