Isidro González está casado y tiene dos hijos. Trabaja en la banca. Ha sido Hermano Mayor de la Hermandad de Santa Marta (2011-2017). Isidro y la vida cofrade constituyen un todo inseparable.
Su pertenencia a la Hermandad de Santa Marta «es parte indisoluble» en la experiencia de fe y de comunión eclesial que desde muy pequeño ha vivido en el seno familiar.
«Al nacer y crecer en una familia cristiana, la presencia de Dios y la Iglesia ha sido algo consustancial y siempre presente mi vida», manifiesta.
Más aún «la vivencia en la Hermandad de Santa Marta me ha aportado mucho en este sentido y ya de adulto, de forma muy especial la labor y el testimonio del que fue su director espiritual, el sacerdote salesiano Luis Fernando Álvarez, quien me ha dejado una huella imborrable para conocer mejor y asentar la presencia de Dios en mi vida».
Confiesa que la fe en la cotidianidad la vive y saborea un día a la vez, «con especial atención a la liturgia de la Iglesia, que es un rico tesoro de espiritualidad que habría que conocer más y mejor para profundizar en él».
Isidro está convencido que «cuando se capta el sentido de cada tiempo litúrgico, de cada celebración, de cada lectura, de cada oración, se adquiere mayor profundidad en el camino de la fe, para volver siempre a Jesús, aunque a veces nos desviemos», admite.
Hermandad de Santa Marta
Tras tantos años de pertenencia y vida activa en el seno de la hermandad, «se crean vínculos sobrenaturales con los sagrados titulares y con los cofrades». Reconoce que al «haber podido servir en distintos cargos de responsabilidad, se afianza la vinculación espiritual y tangible».
Actualmente se siente un hermano más, «uno entre muchos, feliz de estar integrando ese gran río de fe religiosa y devoción cofrade que es la Hermandad de Santa Marta».
La Semana Santa ha sido “atípica”, en medio del confinamiento y “al no poder vestir la túnica de nazareno ni realizar la Estación de Penitencia a la Catedral, ha supuesto momentos muy duros para los cofrades”, no obstante “han surgido más ocasiones para acercarnos a los tesoros de la oración, la contemplación, la literatura y la música de la Iglesia en estos días santos, a los que podemos unir las imágenes y los misterios de nuestra devoción, teniendo siempre muy presentes a los numerosos fallecidos, a los enfermos y a los servidores públicos que se han llevado la peor parte de esta pandemia global que nos asola”.