Mari Carmen Tomas es licenciada en Farmacia, mediadora intercultural y laica misionera Comboniana. Su “misión” es la de hacer protagonistas y empoderar a los más pobres y abandonados.
Hace más de 25 años, a través de la revista Mundo Negro, Maricarmen conoció el Movimiento de Laicos Misioneros Combonianos. “Participé en una Pascua misionera, conocí el carisma Comboniano y supe que era mi sitio”, explica. De este carisma destaca “lo fundamental: empoderar a la gente, servirlos y acompañarlos, a su ritmo, donde ellos sean los protagonistas de su historia, trabajando especialmente por los más pobres y abandonados”.
Bolivia, Mozambique y Etiopía
En estos 25 años ha estado tres veces de misión: primero en Bolivia, después en Mozambique y, más recientemente, tuvo una experiencia misionera de un par de meses en Etiopía, en la que también participaron sus hijas adolescentes. Al respecto, asegura que ha sido “muy positivo tener la posibilidad de haber estado con ellas; les ha permitido entender aquello de lo que les hablábamos, ver en primera persona la realidad de tantos hermanos que viven en unas condiciones tan difíciles, vivir esa frescura de la Iglesia joven que se abre camino… Sentir la experiencia del Amor de Dios entre los más pobres y abandonados”.
Por otro lado, también recuerda con cariño el trabajo en las pequeñas comunidades aisladas en Mozambique, “donde en la parroquia había 86 comunidades a las que el sacerdote sólo podía llegar cada dos o tres meses y mientras la vida de la comunidad se fortalecía día a día con el compromiso de los animadores y catequistas, que llevaban el día a día de la comunidad; tenemos mucho que aprender de esta gente sencilla”.
Rezar por los misioneros y por los pueblos que los acogen
Aunque actualmente están afincados en Sevilla, Maricarmen y su familia siguen viviendo la misión “con sencillez y humildad, colaborando con la delegación de misiones, y ofreciéndonos para hacer animación misionera y dar testimonio en aquellos lugares que nos requieran. Con nuestras opciones de trabajo, con una vida austera, y con el compromiso en nuestro movimiento de los Laicos Misioneros Combonianos apoyando la formación y las presencias misioneras de otros compañeros de todo el mundo. Y como no, rezando para que el Señor mande obreros a la mies”.
Para terminar, esta sevillana nos pide tres cosas: “Que recen por los misioneros y por los pueblos que los acogen, que los apoyen económicamente para que puedan seguir realizando su misión, y por último que si familiar o amigo tiene vocación misionera lo apoyen y lo animen a hacer realidad su vocación”.