En un programa de televisión decían que ya estaban muy cerca las fiestas. Es cierto, la Navidad como un conjunto de días de fiesta donde pasarlo bien y vivir con alegría con amigos y seres queridos está cerca. Pero hay algo más. Este tiempo previo a la Navidad, del que ya hemos empezado a hablar en este blog la semana pasada, tiene otro sentido, más trascendente, siendo también importante el sentido de fiestas para disfrutar manifestado al inicio de esta comunicación. Para los cristianos es un tiempo de preparación para lo que va a ocurrir, el Nacimiento del Hijo de Dios, un momento que implica un cambio esencial con la llegada de Jesús. Quizás podríamos traer aquí la figura de Juan, el Bautista. El evangelio según san Lucas dice «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos» (Lucas 3, 1-6).
De acuerdo con el evangelio, Juan el Bautista “recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados”, y manifiesta el evangelio “Voz del que grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; los valles serán rellenados, los montes y colinas serán rebajados; lo torcido enderezado, lo escabroso será camino llano. Y toda carne verá la salvación de Dios”. Juan Antonio Ruiz Rodrigo, en la revista católica Alfa y Omega, en el año 2021 escribió un artículo que decía que “en este segundo domingo de Adviento la Palabra de Dios nos invita a meditar sobre la venida del Señor, a través de la figura de Juan el Bautista, testimoniando la vocación profética de Juan, que acepta ser instrumento de la Palabra de Dios”. Y también manifiesta “El Adviento es un tiempo de cambio radical, un momento propicio para preparar el camino del Señor, una oportunidad única para hacer limpieza en nuestro interior y ordenar los sentimientos para que venga el Reino de Dios. Vivamos intensamente este tiempo previo a la Navidad, que nos invita a renovar nuestra esperanza, a profundizar en la espera de Jesucristo”. Y el articulista nos pide: “sintamos cómo la Navidad tira de nosotros, acelera el tiempo y mete en nuestra alma con prisa y urgencia el mismo grito del profeta Isaías: Preparad el camino del Señor”. Preparad los caminos del Señor es la frase clave.
Nos dice Francisco Fernández Carvajal en su libro Hablar con Dios. Meditaciones para cada día del año. Tomo I Adviento. Navidad. Epifanía, que “muchos conocieron a Jesús gracias a la labor apostólica del Bautista”. Y esa vocación de preparad los caminos del Señor nos afecta todos, cada persona tiene su sitio en esta misión, un apostolado humilde, sincero, personal y generoso, del que nos insiste San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, “no debemos ser el centro, el centro son los otros”. Una forma de preparar los caminos del Señor reside en la oración, y escribe Fernández Carvajal, “con la oración debemos llegar incluso hasta aquellos con quienes no tenemos ocasión de hablar”. Dice el Papa Francisco de una forma expresiva y clara, como acostumbra a hablar, que “la oración libre, valiente, insistente, representa una misión que trae el fuego del amor a toda la humanidad, y es la respiración del alma, los milagros existen pero es necesario rezar”.
En este Tiempo de Adviento, tiempo de esperanza, tiempo para preparar los caminos del Señor, hay que rezar. Que la oración nos acompañe siempre. Una oración individual, imprescindible para nuestra alma y también para el mundo, para una sociedad muy necesitada de ella; y una oración comunitaria donde nos unimos todos recordando la frase de Jesús, que podemos leer en Evangelio de Mateo: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
Preparar los caminos del Señor en este tiempo de Adviento tiene un doble componente, el individual y el colectivo. El individual implica nuestra propia preparación, preparar el sendero que trae a Jesús a nosotros mismos, y también comunicar a los otros, familiares, amigos compañeros de trabajo, la importancia del momento. Tengamos un recuerdo, y una oración, para todas aquellas personas que pasarán la Navidad solas sin querer, una soledad forzada. Y también para todas aquellas personas que están sufriendo guerras injustas y crueles. Deseemos que este Tiempo de Adviento de luz a todos los que pueden remediar desgracias ajenas. Jesús viene para todos, pero tenemos que estar receptivos y atentos a la luz que viene, como lo estuvieron los pastores y los Magos de Oriente. Quizás es el sentido más relevante, aparte del componente familiar del momento de hacerlo y apreciarlo, del Belén familiar. Comuniquemos este sentido del Belén familiar a cada nuevo miembro que llega a nuestras familias. Atentos debemos estar a una luz que llega cada año para transformarnos a cada uno y a todos, una luz que brilla en cada Belén, una transformación que debería facilitar un mundo mejor y más justo, y también más feliz.