“Todo lo que me ocurre, lo pongo en manos de Dios”

 

Testimonio
José Casaus
Joven
Aznalcóllar, 2001
Estudiante del Ciclo Superior en Administración y Finanza

 

José Casaus es un joven como otro cualquiera, que acude a sus clases en la CEU San Pablo, participa en las actividades de su Parroquia Nuestra Señora de la Consolación, de Aznalcóllar, y de la Hermandad Cruz de arriba y Virgen del Rosario, también de esta localidad sevillana, de la que es hermano desde niño.

José es un joven como otro cualquiera, con sus mismas inquietudes, aficiones y anhelos, pero con una peculiaridad: va en silla de ruedas. Reconoce que pese esta discapacidad, tiene una vida de fe muy intensa, “pues todo lo que me ocurre, lo pongo siempre en manos de Dios”. Afirma, además, que “nunca me he sentido limitado ni condicionado por no poder caminar” y asegura que “siempre me he sentido uno más” en la Iglesia, “tanto en la parroquia como en mi hermandad”.

Precisamente este es el principal objetivo del área para la discapacidad de la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado, que un año más se sumó a la celebración del Día Internacional de las Personas con Discapacidad el pasado domingo, 3 de diciembre. En esta ocasión bajo el lema ‘Tú y yo somos Iglesia’, un eslogan que a José le recuerda a las palabras del papa Francisco durante la última Jornada Mundial de la Juventud, celebrada el pasado verano en Lisboa: “Fue algo que me llamó mucho la atención -confiesa-. El Santo Padre dijo que en la Iglesia cabemos todos, da igual si vas en silla de ruedas o no. Porque para Dios todos somos iguales”.

Fueron unas palabras que el propio José pudo escuchar en directo, ya que participó como uno más en la JMJ. “Ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Yo iba un poco expectante, porque era mi primera vez y no sabía si estaría adaptado para mí”. Y no solo todo estuvo adaptado a sus necesidades, sino que le ha permitido conocer a personas y vivir experiencias que de otro modo hubiera sido imposible.

Cuenta cómo se alojó en una casa de acogida “con una familia portuguesa entrañable, con la que a día de hoy sigo manteniendo el contacto”. Además, contaba con la ayuda “de unos chicos de Estepa” y “cuando podía me unía al ritmo de mi parroquia”. Por otra parte, comenta que los traslados estaban coordinados desde el Ayuntamiento de Cascais (la diócesis que acogió a los peregrinos sevillanos durante la JMJ) y que pudo disfrutar de todos los eventos en “un espacio reservado y accesible, desde donde veía muy bien”.

Finalmente, explica que esta experiencia “me ha cambiado todavía más, me ha acercado a la Iglesia y a Dios. Me dio alegría ver a tanta gente joven -continúa-, porque a veces parece que los jóvenes están alejados, que solo estamos de fiesta, pero no es así, también estamos en la Iglesia, participando en la fe”.

 

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