Un año más miramos a San José Obrero y al primero de mayo como fiesta del trabajo. Y eso es lo que pedimos, que sea fiesta y no tragedia, que sea comunión y no muerte, que sea futuro y no incertidumbre. El trabajo es la forma que tenemos las personas de construir sociedad, por eso es necesario un trabajo digno para una sociedad decente.
Francisco señala que el trabajo… “es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no sólo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva para vivir como pueblo”.
Mucho nos ha de doler como Iglesia el martillo de la siniestralidad, que tuerce, desbarata y sesga vidas sin que esta cuestión esté en el centro de las preocupaciones. Son las muertes silenciosas que gritan aquellos que pierden. “Hay una enorme desproporción entre la gravedad de las consecuencias de la falta de seguridad y salud en el trabajo y la respuesta que, como sociedad, estamos dando a tantas muertes, lesiones y deterioro de la salud” …, nos dice la HOAC en su reflexión sobre la salud y el trabajo.
Todas y todos estamos llamados a poner nuestras manos, nuestra cabeza y nuestro corazón en construir una sociedad fraterna, justa y solidaria. El trabajo, todo trabajo que nos humanice y nos haga crecer en el servicio al prójimo, al bien común y a la casa común, es la herramienta.
Gerardo Labrador, Pdte. HOAC Sevilla