Los habitantes de Puebla del Río llegan desde los más lejanos confines de las marismas, los caseríos se despoblaban y no quedaba nadie en toda la comarca, porque todos acudían llamados por el repique de campanas, anunciando la salida de la Custodia, que recorrería las alfombradas calles de romero.
El primer dato que se tiene de esta procesión de La Puebla del Río, es de 1583, en la que se recoge la visita del Arzobispo a la parroquia. De 1585 existen datos de los pagos en las cuentas de la Hermandad Sacramental.
De 1691, existe un inventario donde aparece una custodia de plata. En 1716, son aprobadas las reglas de la Hermandad Sacramental (aunque la antigüedad se debe remontar a algunos siglos antes).
Además debido al privilegio especial que tiene esta procesión del Corpus de celebrarse por la tarde, existe un curioso documento (un simple oficio) del secretariado de Cámara del Arzobispado de Sevilla contestando a la petición conjunta entre el Alcalde y el cura párroco, para que la procesión pudiese celebrarse por la tarde, “a condición de que a la caída del sol vuelva al templo la procesión, a fin de evitar cualquier profanación o desorden que de otro modo pudiera resultar”. Por lo que desde 1871 la procesión sale por la tarde.
Sobre los años 20 del siglo XX, la Hermandad alcanza un gran auge, y es cuando el pueblo entero comenzó a vivir y celebrar la fiesta del Corpus como la festividad por excelencia de la Puebla del Río.
En la Puebla, el año se divide entre antes y después del Corpus. La limpieza y blanqueado se hacen para el Corpus, la ropa se estrena en el Corpus, la gente del pueblo se reúne para el Corpus, y vive con orgullo, nostalgia, recuerdos de sus seres queridos, y se llena de alegría en esta fiesta del Corpus Christi.
Hoy en día, en estas fechas, también se celebra la feria y actos civiles y sociales, pero “con la fiesta del Corpus, la Puebla alcanza su momento álgido, y por mucho que haya cambiado a través del tiempo, nuestros sentimientos se mantienen imperecederos cuando llega “el día” y vemos la Custodia en las calles cubiertas de romero. Nos vienen a la mente, por tanto, recuerdos, imágenes, vivencias, nostalgia de otros Corpus, de otros tiempos, de otras formas de vivirlos, como nos ha venido a la memoria al recordar conversaciones oídas de niño a nuestros mayores y de algunos testimonios encontrados en artículos o pregones hallados en esa hemeroteca tan especial que son los antiguos “libros del Corpus”, que, desde 1949, se vienen publicando año tras año”.
María Carmona.