Este es el relato de una boda en tiempos de pandemia. Andrés y Teresa se casaban el 21 de marzo de 2020, pero una semana antes de la fecha prevista comenzó el Estado de alarma y todo se aplazó.
El gran día llegó por fin el 12 de diciembre de 2020. En la capilla del colegio Nuestra Señora de las Mercedes, Doctrina Cristiana pudieron decir: ¡Sí, quiero!
Cuando comienzas a organizar y planificar una boda te invade la ilusión, los nervios, la felicidad de un momento tan importante en tu vida.
Todo el mundo te dice que disfrutes de estos momentos que después pasa el día rápido pero lo que nadie te dice es que en la vida puede pasar de todo, incluso una pandemia mundial que marque el rumbo de tu día más especial.
Somos Andrés y Teresa, nos casábamos el 21 de marzo de 2020 y a una semana de nuestra boda, con todo listo y más que preparado comienza un estado de alarma en todo el país a causa del Covid-19. Todo en ese instante se viene abajo, hasta el punto de perder los nervios, nadie entiende nada, nadie sabe cómo irán las cosas, nadie quiere preguntar por qué no saben cómo preguntarte lo que todo el mundo sabía, teníamos que aplazar.
La comunicación de que se aplazaba todo fue de las cosas más difíciles que habíamos hecho hasta ahora, pero acompañados de nuestras familias vimos que no tenía sentido, ni era responsable celebrar algo tan importante en unas condiciones tan difíciles en las que no podríamos dar un beso o un abrazo a los que más quieres.
Los primeros días fueron duros, esa es la verdad, entre la tristeza y la incertidumbre fuimos pasando los primeros días de confinamiento pero siempre juntos, teníamos claro lo que queríamos, consolidar nuestra relación, formar nuestra familia y unirnos en matrimonio por la Iglesia, con Dios presente en nuestras vidas como siempre.
Lo que de verdad importa
Fueron meses duros, pero que también nos han ayudado mucho a querernos más, escucharnos y entendernos mejor y a ver todo el apoyo y cariño que tenemos a nuestro alrededor, que con el día a día muchas veces se nos olvida. Y, sobre todo, nos ha ayudado a relativizar, a quitar hierro a las cosas y a centrarnos en lo realmente importante, que en este caso éramos nosotros, nuestro matrimonio.
Durante todos esos meses fueron muchos los momentos y mensajes de amigos y familiares que nunca nos soltaron. Nos sentimos infinitamente agradecidos por todo el apoyo que hemos recibido, empezando por nuestras familias y amigos; todos rezaron muchísimo para que nuestro día pudiera ser tan especial.
Decidimos la nueva fecha, el 12 de diciembre de 2020 pensando que las circunstancias nos iban a ser favorables para el gran día pero a medida que los meses pasaban las cosas sólo mejoraron un poco.
Seguíamos teniendo muchas dificultades para hacer la boda que habíamos planificado.
Adelante con la boda
Tras mucho hablarlo y orarlo, (si de algo estamos seguros es del poder de la oración), rezar nos ha ayudado en esos momentos de incertidumbre, de decidir qué hacer o que era lo correcto.
Decidimos dejar aparte todo lo superficial, todo lo que envuelve a una boda y dar el paso al sacramento del matrimonio, al fin y al cabo es lo importante, nosotros ante Dios uniéndonos en matrimonio y así lo hicimos.
Preparamos la ceremonia nosotros con el acompañamiento de mi tío Miguel Ángel y Jorge que nos acompañó en la ceremonia. Preparada desde la oración que hizo que nuestra boda fuera tan auténtica, tan cercana y natural, a pesar de las circunstancias. Que estuviera todo el mundo tan feliz, participando, incluso desde casa porque si algo ha traído esta pandemia es que el mundo se adapta a lo que venga y decidimos retransmitir la boda para que nuestras familias y amigos nos acompañaran de alguna manera en este día tan especial.
Una boda en tiempos de pandemia
Llegó el día 12 de diciembre del 2020 y en la capilla del colegio Nuestra Señora de las Mercedes, Doctrina Cristiana nos dimos el sí quiero, acompañados de sólo 25 personas, nuestros padres, hermanos, padrinos y amigos más íntimos. El plan inicial se ha modificado, el número de invitados se ha reducido, pero la ilusión y las ganas aumentaban por momentos.
Comenzaba el día con los preparativos propios de un día tan especial, con nervios propios del momento pero con la emoción y la alegría de que había llegado el momento, la entrada del novio con su madre, la entrada de la novia con su padre y con nuestros amigos cantando “contigo me la juego”, no podía tener más significado para nosotros, que pese a todo allí estábamos diciéndonos “Sí”.
La ceremonia estuvo llena de momentos especiales y emotivos, nuestros amigos comenzaron la ceremonia leyéndonos palabras como estas:
“Hoy no es un día más. Hoy nos hemos reunido aquí, pese a las dificultades, para celebrar el amor. El Señor ya nos venía avisando de que el amor es maravilloso, pero que no siempre es fácil. Y de eso Teresa y Andrés ya saben algo: Han pasado muchos meses desde que prepararon esta celebración. Pero así son las cosas de Dios, solo Él sabe dónde y cuándo. Y mira por dónde, ha llegado el día, ha llegado el momento de dar si no el Sí más importante de sus vidas, uno de ellos. Y todos nosotros vamos a ser testigos de este compromiso. Queremos invitaros a vivir esta celebración como un encuentro. En este lugar tan especial para ellos, que los ha visto crecer y los ha unido. Un lugar en el que han madurado y que les ha regalado momentos clave en su historia. Vivid la celebración como un banquete al que hemos tenido la suerte de ser invitados. Pongamos a los novios ante Dios en todo momento y pidámosle a Él por ellos, por la vida que hoy comienzan. Que todos vivamos de cerca esta historia que vienen escribiendo, que los acompañemos y nos sintamos felices por ellos…»
Y así lo hicimos, sintiéndonos queridos y arropados por Dios en ese lugar tan especial para nosotros como es esa capilla, arropados por nuestras familias. Con Dios como pilar fundamental nos dimos el Sí quiero.
No nos podíamos creer que por fin nos estuviéramos casando. Aunque tuvimos que reducirla y tomar todas las medidas como las mascarillas, aforos y demás, la boda superó con creces nuestras expectativas. Y el haberla hecho en ese momento creo que la hizo aun más especial.
Pasado ahora un poco más de un año de estos momentos os decimos que es la mejor decisión que tomamos, seguir adelante con nuestros planes, con los que Dios nos pone delante, con dificultades sí, pero siempre acompañándonos, sin dejarnos caer en ningún momento y con la certeza de que todo irá bien.