¿Vale lo mismo ver la Misa en directo que retransmitida grabada?
Debido a la pandemia, algunos sacerdotes, con la mejor intención, se han preocupado de grabar –o de que les graben– la celebración de la Eucaristía para compartir el vídeo, a posteriori, con todo el mundo. Los documentos de la Iglesia tratan esta praxis.
Ya en 1971 el organismo del Vaticano dedicado a los medios de comunicación social, en su instrucción pastoral Communio et Progressio, señalaba lo siguiente: «Entre las emisiones religiosas más apropiadas y deseables están las de la santa Misa y otras ceremonias litúrgicas. Es necesario que se preparen con el mayor cuidado, tanto en el aspecto litúrgico como técnico. Hay que tener en cuenta la diversidad de espectadores y, si la emisión va a tener audiencia en otras naciones, también las costumbres y creencias religiosas de las mismas. La frecuencia y duración de estas emisiones se debe adaptar a los deseos de los espectadores» (n. 115).
¿Para quiénes “sirve” la Misa televisada? Está claro: para todas aquellas personas que, por cualquier circunstancia, no puedan acudir a la celebración con la comunidad.
No “vale” lo mismo una Eucaristía en la que se participa presencialmente que una que simplemente se ve o se oye gracias a las tecnologías de la comunicación. Pero cuando es imposible ir, uno puede unirse espiritualmente a algo que está teniendo lugar.
Las circunstancias actuales, totalmente extraordinarias, hacen que sea preciso evitar todo contacto con otros para cuidar la salud pública y, en definitiva, el bien de cada persona. Eso justifica que los obispos –empezando por el de Roma– hayan indicado a los católicos que se unan a las celebraciones a través de los medios de comunicación o Internet.
La utilidad y los criterios a la hora de emitir las Eucaristías están claros. Además, hay obispos recomiendan que la retransmisión se emita y se visualice en directo, ya que así el fiel se está haciendo coetáneo al ofrecimiento de Cristo al Padre que está ocurriendo en la Misa, en ese mismo momento. Por esta misma razón, es menos recomendable, si hay otras posibilidades, transmitir celebraciones sacramentales de manera diferida a través de los medios de comunicación.
Además, los obispos italianos lo dejaron claro en su nota II giorno del Signore (1984): en estas celebraciones retransmitidas, «la palabra de Dios es proclamada y comentada ‘en directo’, y puede suscitar la oración. El enfermo y el anciano pueden unirse espiritualmente a la comunidad que en ese mismo momento celebra el rito eucarístico; la oración universal puede ser compartida» (n. 35).
También podemos apuntar al reciente Decreto de la Congregación para el Culto Divino sobre las ceremonias que se realizaron en Semana Santa: «Los fieles sean avisados de la hora del inicio de las celebraciones, de modo que puedan unirse en oración desde sus propias casas. Podrán ser de gran ayuda los medios de comunicación telemática en directo, no grabados».
Fuente: Aleteia, Enticonfio.org y Catholic.net