Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,14-15):
EN aquel tiempo, os discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán».
Comentario
Los fariseos, «en aquel tiempo”, le plantean a Jesús la misma cuestión que hoy: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo?”. Para qué abstenerse de comer carne hoy, primer viernes de Cuaresma. Para qué los simpáticos cartelitos que en los bares lo recuerdan casi como una reliquia de la fe vivida como hecho cultural: “Hoy es vigilia”. No es nueva nuestra preocupación; ni siquiera era nueva en tiempos del Galileo; ahí está el profeta Isaías de la primera lectura planteando la misma cuestión: “¿Para qué ayunar, si no haces caso?; ¿mortificarnos, si tú no te fijas?”. La respuesta sirve para los israelitas, para los fariseos y para nosotros mismos: “El día de ayuno buscáis vuestro interés”. Jesús, como siempre, salta por encima de nuestros estrechos intereses y nuestra visión alicorta y propone la razón defnitiva: ayunamos en Cuaresma porque ya vendrá el tiempo de la Pascua para festejar como penamos en esta vida a la espera de la feliz plenitud de la eternidad. “¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos?” Cuando se lleven al novio, “entonces ayunarán”. ¡Cómo vamos a estar dichosos si al novio se lo van a llevar para darle muerte y una muerte de cruz!