Pablo Bernal Rubio ss.cc
Religioso, diácono
Salamanca (1989)
Pablo fue ordenado diácono el pasado sábado 23 de septiembre, de manos del obispo auxiliar, monseñor Teodoro León, en la Parroquia de los Sagrados Corazones, de Sevilla. “Esta nueva concreción, o «vocación dentro de la vocación» nace como un deseo de dar respuesta a la misión y servir mejor a las personas”, expresa.
Todo inició en Puente Ladrillo, “un barrio muy pobre de Salamanca”. Él lo cuenta así: “En mi historia vocacional, lo primero y más central fue sentirme llamado a la vida religiosa como hermano de los Sagrados Corazones. Ocurrió hace ya trece años. Se trata de una vocación que fue naciendo a modo de proceso, sin grandes momentos de revelación, sino a través de la vida compartida con los chavales gitanos del voluntariado que allí hacía. Las hermanas de los Sagrados Corazones fueron las personas clave en este proceso; por eso, lo sacerdotal no estaba en absoluto en un primer plano”.
La llamada al sacerdocio la discernió el curso pasado, tras diez años de vida religiosa y después de hacer los votos perpetuos. “Al pertenecer a una congregación de hermanos que son sacerdotes, entendía que tenía que ponerme a la escucha de lo que Dios me pedía en este aspecto tan vinculado a nuestra misión”, afirma.
«Mi causa la defiende el Señor»
Hay muchísimos pasajes bíblicos que le han acompañado en su historia vocacional. “En este tiempo, quizás, me resuena mucho el segundo cántico del Siervo (Is 49,1-6). Me recuerda que hay muchos modos en que malgasto mis esfuerzos «en viento y en nada», pero que «mi causa la defiende el Señor» y que toda recompensa que merece la pena viene de Él”. Le interpela esta lectura, también, “porque la vocación sacerdotal ha sido para mí, en cierto modo, una sorpresa. Esta lectura me habla de que mi identidad no me está del todo dada: que Dios la guarda en su misterio, cerca de su corazón. Y que mi identidad no la agota ni lo que hago, ni la institución a la que pertenezco, ni el ministerio que desempeño. Que lo que soy, lo tiene Dios escondido, y lo va revelando en la medida en que es oportunidad de Buena Noticia para los demás”.
El carisma de los Sagrados Corazones radica en contemplar, vivir y anunciar al mundo el Amor de Dios encarnado en Jesús. “Los hermanos, hermanas y laicos de los Sagrados Corazones sentimos que esa frase apunta hacia nuestro talento: somos especialmente buenos en contemplar, en vivir y en anunciar el Amor. No por arte de magia, claro, sino como un estilo que recibimos, en el que nos vamos formando, hasta hacerlo nuestro”.
El talento se concreta en varios rasgos de la espiritualidad: la centralidad de la Eucaristía y la adoración reparadora, “un estilo acogedor y cercano de relacionarnos que llamamos «espíritu de familia», disponibilidad para las necesidades de la Iglesia y del mundo sufriente con «celo apostólico», etc. Esto hace que no tengamos una única misión, sino que nos dediquemos a la educación, las parroquias, las obras de marginación, los jóvenes”, añade.
El desafío de la vulnerabilidad
“Creo que quien se sienta llamado al sacerdocio tiene que enfrentar la siguiente pregunta: ¿Eres suficientemente vulnerable para ser sacerdote? Solo pidiendo el don de abrazar la propia vulnerabilidad, el sacerdote podrá dejarse herir por la Palabra que tiene que predicar (usando una imagen del papa Francisco) y podrá así parecerse a Cristo, que salva padeciendo los dolores que matan a su pueblo”. Finalmente, a quien, como Pablo en su juventud, se esté planteando una opción desde la entrega (vida religiosa o sacerdocio), le diría simplemente: “¿Por qué no? Las razones para el sí las tienes, las intuyes en lo profundo. Entonces, ¿qué te frena? ¿qué te falta?”
En Sevilla, la congregación de los Sagrados Corazones, llamados «padres blancos» está presente en el Colegio San José-FESAC, en el barrio de los Remedios y en la Parroquia de San Marcos.